Saturday, December 25, 2021

He sido fanático de los vicios y virtudes que contaminan las historias que veo en el teatro o el cine o la literatura, incluso me fascino con eso con mayor fervor que con la obra misma. Es muy curioso ver las historias de los personajes dominadas por virtudes que en la vida diaria están tan diluidas. La lealtad, sin embargo, podría ser de las más comunes, y, por lo mismo, de las más pisoteadas. Su contraparte es, sin duda, el más popular de los vicios, en teatro y en la vida real; la traición. Lo agradable de ver en teatro lo mismo vicios que virtudes, es que son tan concretos y precisos que casi son tangibles, mientras que en la vida real son tan difusos y subjetivos que se vuelven tan inasibles como la percepción personal de cada sujeto. En general supongo que eso es el valor de la abstracción. Las abstracciones de los comportamientos modélicos reciben el sonoro nombre de virtudes, pero ni siquiera combinan entre sí. Tomemos la lealtad, ¿podría una persona ser sincera y honesta? ¿Confiaríamos en que se apegara a la verdad? Porque una persona cien por ciento leal no puede apegarse siempre a la verdad, so pena de ser desleal, y una persona totalmente sincera, no puede jurar ningún tipo de lealtad, pues el riesgo de tener que mentir estaría latente a cada paso. Además, aquella que es leal, para ser de verdad leal, no podría serlo a una sola persona ¿cierto? Dos personas de virtud absoluta como esas, una leal, la otra incapaz de mentir, estarían en seria competencia por la confianza; en una podrías confiar sabiendo que te sería leal aun a costa de la verdad, en la otra podrías confiar, sabiendo que te diría la verdad siempre, pero no podrías confiarle todo pues tus secretos estarían expuestos. En la vida real, por suerte, no hay tales personas, las hay, muy simpáticas, que son capaces de honrar la verdad casi siempre, y de ser leales en casi todas las circunstancias. Casi y casi. En fin, pues, que las virtudes no combinan unas con otras está clarísimo, por lo que una persona virtuosa es más que un ideal; es un oxímoron. Una persona confiable, tendría una buena dosis de ambas virtudes, o "valores", como algunos se empeñan en llamarlas, bien equilibradas, pero justo el pequeño porcentaje de ambas del que careciera le impediría, en una situación particular, ser una persona "virtuosa". Pero ¿es esto una fatalidad inescapable? No. Parece ser una importante forma de evaluar tanto educación como una sociedad sana. Me explico; cuando hablamos del problema de la educación en México, la gente imagina que se habla de instrucción académica. Pero esa presenta problemas de inequidad en el acceso a recibirla. En cambio, el problema educativo es mucho más profundo. Unos padres que frente a un problema o un deseo acuden a sus influencias, le están dando pésima educación a sus hijos. Los que abundan en comportamientos clasistas y racistas en casa, también. Los que son abusivos, desapegados o prepotentes, más. Esto viene a cuento porque una sociedad sana tiene individuos con buena educación, incluyente y respetuosa y apegada a las normas y reglas. Nuestras clases acomodadas son instruidas en el arte de pasarse por el arco del triunfo reglas, normas y leyes. Para conseguir salirse con la suya cuentan con una pésima idea de “lealtad” que se debiera llamar “complicidad”. Familia, amigos, compañeros de escuela se convierten en un entorno de lealtad frente a todo. Y se considera una virtud. Conforme caen en conductas que saben inapropiadas, antisociales o, de plano, criminales, se solidarizan a través de esa mal entendida lealtad. La honestidad pasa a segundo plano. La verdad no importa. A pesar de que, entre ambas, si hay que escoger, es más importante la segunda. La verdad, la honestidad, permite que una sociedad madure y tenga leyes buenas para todos, la lealtad florece si el entorno elimina desigualdades, abusos, mentiras y corrupción. La lealtad, sin sustrato ético y moral, se convierte en “pactos” vergonzantes. El patriarcal, por ejemplo; el código de los políticos; el “pacto de caballeros” del futbol, las sociedades secretas, las pandillas, cárteles, cámaras industriales y otras monadas en las que se valora la lealtad. En donde se detesta la honestidad. Pero, a nivel de dirigencia, sea familiar, de grupo, gremio y, sobre todo, de gobierno, tales pactos no pueden existir porque se contaminan de corrupción, abuso de poder y otras terribles alimañas. No se puede ser leal a los amigos si se es leal a la Nación. No si ambas esferas chocan. Eso es la raíz de la corrupción. Se puede ser leal a los amigos si, y sólo si, los amigos son leales a la verdad y a la nación. Si son honestos. Porque no es traición a un amigo no respaldarlo si el traicionó a la nación, si faltó a la honestidad, si quebró la ley. Y mantenerse leal a él es una enorme deslealtad al pueblo que paga tu salario, que confía en ti. Imposible entender esto si nunca maduraste de la etapa de la secundaria ni tuviste un claro ejemplo de honestidad o reflexionaste con madurez y responsabilidad sobre esto. Hace muchos años me impresionó una película: “Excalibur” se llamaba. Parecía una simple puesta en cinta del mito del rey Arturo, pero reflexionaba sobre el asunto de cómo, aceptar encarnar a la nación, implica la renuncia de tu ego y tus deseos por los superiores de la colectividad. Aplica en casa. Y aplica si eres senador de la República, desde luego.

Tuesday, December 7, 2021

CASTAMEDIEROS Y CÁRDENAS. Dado que twitter es un medio muy limitado a expresiones sobresimplificadas, si bien muy poderoso en la difusión de las mismas, para tratar un asunto que ilustre a las nuevas generaciones me ha parecido más conveniente acudir al formato de blog. Confío en que no resultará en exceso aburrido. La simplificación es, en todo caso, inevitable si no se aborda desde una profunda investigación, pero eso es común a casi cualquier columna periodística. Valgan estas líneas para explicar mis consideraciones sobre la figura del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y su breve liderazgo de una izquierda acotada y limitada. Ambos, tanto esa izquierda de los ochentas como ese liderazgo han sido amplificados hasta dimensiones míticas y elefantiásicas más por los intelectuales orgánicos al servicio del poder económico y sus expresiones políticas en el PRI y el PAN que por las propias izquierdas. Vale. El general Lázaro Cárdenas fue un personaje muy cercano a la gente, al bajo pueblo, a los pobres de pueblos y villas en la medida de lo que las defectuosas comunicaciones de la época lo permitían. No fue asiduo visitante de todo el país, pero sí de amplias zonas. Se preocupó por entender el país de la post-revolución en la que él mismo había participado y de abrir vías al desarrollo, la lucha contra la pobreza y la marginación así como la soberanía de México. Eso no lo dejó exento de ser parte integral de la élite militar de origen hacendario que estaba nutrida de hombres ricos, instruídos y blancos, ni lo singularizó de la forma de ejercer el poder del grupo de generales que administraron el proyecto post-revolucionario, incluída la suciedad en los comicios que habían vuelto a ser de voto universal...para hombres mayores de edad. Sí, el general Cárdenas llegó al poder en medio de quejas por el robo de urnas, violencia electoral y demás. También eligió a su sucesor por dedazo. Cosas del periodo, pero la realidad es que fue inmensamente querido por el pueblo, y era justificado, hizo mucho por mejorar las condiciones de los más desprotegidos. Su hijo, cuarenta años después, en cambio, era un profesionista universitario, miembro de una opulenta élite, militante del partido hegemónico y acostumbrado a las formas y usos del poder político y económico. ¿De "izquierda"? Vaya pregunta. No me voy a meter en honduras sobre lo que "izquierda" es. Las clases dominantes, visibles para sí mismas, herederas de las clases coloniales en las que estaban hasta arriba los grandes terratenientes con sus minas, sus campos agrícolas, su ganado y su filiación española, junto con la nobleza que llegaba de España a administrar el incesante saqueo, tenían a su servicio para administrar esa riqueza a la amplia burocracia concentrada en las ciudades, los comerciantes que movían todos esos bienes, el clero y los militares necesarios para asentar el poder en cada palmo de territorio, en general españoles y otros europeos criollos, blancos y menos afortunados que los primeros, pero que conformaban la riqueza urbana. Abajo de eso, mestizos, indios, mulatos y criollos arribados pobres y conservados así en su nuevo país. La independencia no cambió nada de eso, sólo dejó de responder a la corona española. La Reforma fue el primer momento en que se buscó conformar un país de todos sus cuiudadanos pero las clases continuaron inamovibles y se solidificaron en el porfiriato. Fue la Revolución el primer momento en que se intentó dar un vuelco a esa situación. Se logró limitadamente; pudo alfabetizarse al país, pero sin miramientos con las lenguas que se hablaban; se pudo abrir la posibilidad de estudiar para mayores capas de la sociedad, si bien bajo el modelo eurocentrista; aparecieron las organizaciones campesinas y obreras que trajeron un real cambio en los derechos de la gente; limitados pero que hicieron un cambio enorme con respecto al pasado. Pero los ricos siguieron siendo los hombres, blancos, herederos del saqueo. Las ciudades siguieron albergando a los núcleos de administradores, burocracia, militares, comerciantes, artesanos y empleados de la estructura de las empresas que fueron separando sus oficinas urbanas de sus fabricas, una población mayoritariamente criolla. Abajo de eso, el proletariado y campesinado, así como la servidumbre y encargados de todas las tareas que permiten la vida de la sociedad, pero que son sucias, mal pagadas, peligrosas y despreciables para aquellos. Aquí se concentró la sangre de las naciones originarias, los negros y los criollos pobres que así llegaron y así se quedaron. ¿Imagen reduccionista? Sí, lo advertí de entrada, pero muy útil para entender que para los mayoritariamente blancos, ricos y las clases medias a su servicio, la sociedad eran ellos, los otros, la mayoría de la población, sólo seres despreciables y desechables. El concepto de clases, se refiere a poder económico. Los ricos, la élite, poseen los medios de producción, la tierra y el capital, el gran capital. Las clases medias tienen holgados ingresos que les permiten el ocio, el descanso, la seguridad a futuro, el pequeño capital, la finca. Si usted deja de trabajar unas semanas y eso le provoca un problema financiero, usted no es clase media, es clase trabajadora. Su futuro no está garantizado, paga renta, recibe un salario u honorarios y de eso vive y no puede detener el flujo de ingresos, pues sus ahorros sólo le permitirán sobrevivir poco tiempo administrándolos juiciosamente. Tengo que hacer esta puntualización pues en México en particular y en Latinoamérica en general el concepto de clases se confunde, imbrica y mezcla con el de castas. Este concepto se refiere a la obtención de privilegios o falta de ellos por el solo hecho de nacer sin posibilidad de cambiar de escalón. He estado haciendo hincapié en la pertenencia genética a un grupo étnico precisamente por este problema; en México se cree que, como en la colonia, se pertenece a una casta con reglas, privilegios y estructura inmóviles de la cuna a la tumba. El grave problema de la "izquierda" latinoamericana, es que su visibilidad dependió de la pertenencia a una casta. Los ricos difícilmente son de izquierda (ocurre, a veces, pero son casos excepcionales) y, si las clases bajas son de izquierda o no, es cosa que a la "sociedad", la que a sí misma se llama "sociedad", esas clases acomodadas con acceso a la academia, a publicar, a formar parte del aparato de comunicación del periodo dado, no le importa ni un poquito. Las clases medias han sido, en latinoamérica, las de "izquierda", por paradójico que ello parezca. Pero lo son siempre y cuando la cosa quede en lo teórico. País que vira a la izquierda, país que ve a las clases medias huir en masa de la izquierda a la que decían pertenecer. Porque, en tanto casta, se ven a sí mismas como las únicas adecuadas para dirigir un proyecto y, este, debe conservar los privilegios de su casta. Con todo el respeto debido: las clases medias son en extremo corruptas. No solo son clasistas y ven a las clases bajas como servidumbre (con mucho afecto, eso sí), sino soterradamente racistas (con mucha "piedad", eso sí) y, en definitiva, adictas a lo que los ricos y el estado les dan y que los separa del horror de las clases bajas. Pero, más curioso, las clases medias caídas en desgracia, se siguen viendo a sí mismas como clase media porque creen que la clase media es una casta. Si le pregunta usted a un criollo, blanco rubio y godinez que se muerde las uñas para pagar las cuentas, la renta y las deudas, a qué clase pertenece, ni siquiera titubea en contestar muy orondo "clasemediero" mientras mira a un sujeto de claro fenotipo nahua manejando un carro del año y piensa "pinche naco, ha de ser el chofer". Bien, en las clases medias urbanas, académicas y relacionadas de cerca o lejos con el erario, sea en artes, ciencias o con buenos empleos en empresas de ricos es donde se asienta la "izquierda". Esa izquierda que piensa que la corrupción es un ente compuesto de políticos ladrones, pero también desea ferviente que un familiar, amigo o excompañero de la escuela sea nombrado en algún puesto gubernamental, cosa que consideraría muy afortunada para sí mismo. Su propia corrupción, su íntima relación con la corrupción les es invisible. "Hay que estar en la realidad" te contestan si los cuestionas. Esa es la "izquierda" decepcionada de AMLO y cuyo "líder moral", así bautizado por los intelectuales orgánicos del PRIAN con todo el respeto de quien sabe que ese sujeto ni va a tener el poder ni, si lo tiene, va a afectar sus intereses, es el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Fue en los ochentas cuando pude ver eso de cerca; la relación de Cárdenas con el poder por el sólo hecho de ser heredero del otro, la prepotencia de esa clase post-revolucionaria priísta, la fascinación de la clase media con el discurso, la nula cercanía con el pueblo, con el país, con el pueblo que veía al hijo del Tata, pero nomás de pasadita y en campaña. Acostumbrado al círculo académico, a estar rodeado de sirvientes. La preocupación legítima del desplazamiento de la post-revolución por el proyecto neoliberal. Sin duda, no lo niego, horrorizado por ello, pero sin otra alternativa que la de la "moderación". Admito que don Heberto Castillo era otro clasemediero, pero su propuesta práctica era una vía probable. Nada me quita de la idea que Cárdenas lo desplazó, entre otras cosas, porque era más cómodo para el poder y por el apellido. Pero fue suficiente para que las masas hastiadas lo vieran como posibilidad. No lo dejaron porque el proyecto neoliberal contaba con todo: el gobierno, Washington, los poderes fácticos. Si se "vendió" o no, si "concertacesionó", si lo hizo cual Hidalgo por responsabilidad, el hecho es que no articuló ninguna defensa del voto, no tenía y no construyó una cercanía con el electorado, con sus votantes y, mientras el poder lo ensalzaba, sus votantes se decepcionaron. Fue un golpe terrible a la idea de "izquierda". Suponer que fue prudente porque la vía armada era la opción que rechazó, se topa con el AMLO de 2006 a quien dijeran lo mismo, pero que no se rindió, no permitió esa opción y no perdió todo el apoyo ni fue percibido como traidor, por el contrario, como defensor del voto recibió enorme apoyo durante la "presidencia legítima". En la elección contra Zedillo, donde Cárdenas ya no contaba con el apoyo masivo para la candidatura, fue barrido en las urnas y no hubo asomo de fraude. No tenía arraigo popular y el fantasma de su padre dejó de estar asociado en el imaginario popular al hijo. Pero AMLO llegó a la presidencia del partido (PRD) y las cosas cambiaron, con su habilidad para tejer redes sociales (pre internet) y la claridad en cuanto a objetivos y plataforma fue el más exitoso presidente de ese partido en cuanto a victorias electorales. Incluida la del entonces DF para el ingeniero Cárdenas, cuyo exangüe capital político terminó de deteriorarse al dejar el puesto a los dos años por imponerse de nuevo como muy inviable candidato a la presidencia. El DF casi se pierde, pues los votantes no quedaron muy felices ni con la gestión ni con esa nueva intentona. (Menos con Rosario Robles de infausta memoria a la que dejó sustituyéndolo) AMLO llegó de panzazo. Fox, sí, el inútil vendedor de cocacola pasó como aplanadora por encima de Cárdenas, en gran medida apoyado por aquellos que en 88 habían votado por el fantasma del general y que al hijo ya no le creían nada. A partir del 2005 mostró abiertamente su verdadera cara como mediatizador del movimiento popular al hacer berrinche ante el avance incontenible de AMLO (quien dejó tan satisfecho al DF que hubiera ganado cualquiera de su partido como lo hizo Ebrard). Comenzaron las acres, injustas y desleales críticas de Cárdenas en contra de AMLO (a quien prácticamente ignoró cuando a este le cometieron el fraude en Tabasco años antes) mientras aceptaba un indignante puesto que Vicente Fox le ofreció como organizador del bicentenario de la independencia y que erosionó aún más su figura. AMLO ha sido leal y respetuoso de él, y sólo ha sido correspondido con envidia, dolo, críticas. Pero, desde 2005, comenzó la cantaleta impulsada por Aguilar Camín, Krauze y un largo etcétera de intelectuales orgánicos priístas de llamar al ingeniero "líder moral de la izquierda" al mismo tiempo que a AMLO lo llamaban "peligro para Mëxico". Cárdenas representaba y aún lo hace, la "izquierda" cómoda para el poder, la que proviene de las altas esferas económicas y políticas, la que tiene vínculos familiares, amistosos y de clase con esas castas que comenté al principio. La Academia, el mundillo de las CIencias y de las Artes. La pequeñoburguesía, pues, que de izquierda sólo tiene el nombre. Aquellos a quienes Silvio Rodríguez, después de ser hospedado por ellos al popularizarse en México y Latinoamérica, dedicó aquello de "qué fácil es..." horrorizado de ver esas izquierdas de vida lujosa y fácil rodeada de servidumbre indígena, pero que pueden pasar largas tardes de bohemia criticando al PRIAN y esscribiendo papers insulsos sin contacto con la realidad percibiéndose herederos del mismísimo Marx cruza con el Ché. Nuestra situación de sociedad de castas apenas se ha modificado desde la colonia, particularmente en la Revolución. Esta es la más amenazada hoy día por la necesaria cuarta transformación, pero es un tema que ha hecho temblar siempre a las castas más elevadas por cinco siglos atávicamente. A Cárdenas nunca le interesó la participación real de la sociedad en la transformación, sólo de la intelectualidad, la pequeñoburguesía, la academia. Al pueblo se le dan dádivas y conmiseración, no se le incluye. Nunca devolvió a AMLO bien por bien, nunca (salvo un fugaz instante en 1988) lideró a la masa sedienta de justicia y transformación. Nunca se puso en riesgo, siquiera. Es lugar común desde hace quince años verlo citado por los intelectuales orgánicos como izquierda decente, civilizada y deseable (como comparsa, claro) y AMLO jamás le ha faltado al respeto. La pequeñoburguesía terminó por darse cuenta que sus propios parientes y miembros de casta, médicos "muy decentes" participaban activa o pasivamente del huachicoleo de medicinas en los hospitales, que sus miembros y parientes recibían becas, puestos y subvenciones en ciencias y en artes, que sus miembros y parientes tenían guarderías con niños fantasma, que deseaban tener parientes en la administración pública porque ello les facilita cosas, porque tienen miembros y parientes en la UNAM, CIDE, CONACYT, servicio diplomático...el etcétera es larguísimo. Muy de izquierda pero eran los que movían y se beneficiaban del sistema impuesto por la gran burguesía. Y eso los "desencantó" de la cuarta transformación y de AMLO. Cárdenas, en cambio, es de los suyos, light, deslactosado, sin intenciones de modificar el sistema de castas, ni los "usos y costumbres" de la pequeñoburguesía. Eso era. Si me quieren dejar de hablar, no hay problema, tengo tantas décadas acostumbrado a ello que sinceramente no podría importarme menos. Salud.